Relato IV

RELATOS LUNÁTICOS IV 

Hace dos meses que redacté la última entrega de relatos lunáticos y la luna ha tenido tiempo de girar un par de veces alrededor de este astro con el respectivo trabajo hortícola asociado a ella. Además de los giros satelitales, este planeta anda dando la vuelta al sol a la altura de la primavera y eso revoluciona mucho la huerta que se pone bella y a la vez cansina. Ahora que ya cubrí el paso como campesina por las cuatro estaciones puedo decir que la primavera es la época más cañera, curro allá donde mires! 

Si en las menguantes nos dedicábamos a plantar, en estas dos menguantes el concepto plantar es otro nivel: semilleros de calabazones, calabacines, pepinos, tomates los días de fruto del lunario; girasoles, lavanda y amapolas, los de flor; albahaca, tomillo, orégano y rúcula, los de hoja… 

Y afuera plantar cebollas y pataques los días de raíz o los que se pudiera que tampoco puede ser siempre a gusto de Michel Gros.  

Mientras, los cultivos en producción no paraban de crecer y el invernadero estuvo tremendamente hermoso para el día de las Luchas Campesinas, casi como si lo supiera y se hubiera puesto de gala para conmemorar el 25 aniversario del asesinato de les campesines brasileñes.  

Coles, brécoles, repollos y coliflores se nos fueron de las manos, tuvimos que dar la alarma de un día pa’ otro para que nos pidieran lo máximo posible antes de que se pasasen. Desde entonces desayunamos, comemos y cenamos coliflor en mi casa y nos estamos planteando montar una nave de fermentación de chucrut.  

Los invernales como las berzas y las rúculas, espigaron y llenaron de flores el invernadero y el exterior durante un mes y al siguiente las flores desaparecieron y dieron lugar a las vainas llenas de semillas que dejamos secar para extraerlas.  

En paralelo a este curro, el comité de salvación arbórea Libélula-Catasol y Cia rescataron en dos jornadas de trabajo satisfactorio gran parte de los frutales de la finca, sacándolos de debajo de los escayos, haciéndoles un buen acolchado, abonando antes con caca y humus… en poco tiempo florecieron, en poco más echaron hoja y ahora ya tienen minúsculos frutitos. Una pasada ver tanto cambio y evolución en un tiempo tan breve. Otro fruto que nos trajeron estas jornadas fue el intercambio con gente nueva que se motivó bastante con la finca. 

También fermentamos ortiga para tener purín de ortiga para cuando llegasen los semilleros de tomate y preparásemos las líneas del invernadero donde irán este verano y así tratar de evitar el dichoso hombro amarillo, a ver qué tal. 

Por otro lado continuamos como trabajo de hormigas con el acondicionamiento de la nave, montamos un mueble que pesaba un quintal y que parecía un puzzle imposible, cuando lo terminamos después de 2-3 días, el departamento de formación de Ikea nos dió un certificado de profesionalidad y todo. Y desde entonces usamos ese mueble para ir colocando los pedidos de los lunes.  

Dos paisanos comenzaron la primera fase de arreglo del depósito y una menda, como su propio género indica, se dedicó a limpiar el mueble donde guardamos la comida a salvo de roedores, todas las bayetas en estado compostable que había en la nave, todos los guantes de trabajo y la nevera de arriba a abajo. Y además, nos sentamos a diseñar las rotaciones y asociaciones de cultivos para este veranín que está por llegar. 

Después de un año contratada, las vacaciones empezaban a ser necesarias, así que “descansé” dos semanas y todo siguió funcionando sin mí que conste. Sólo participé en la asamblea del mercáu de Raíces. 

Al regreso de mi ausencia, otra huerta era la que me esperaba, qué cambio! La frondosidad de antes ahora parecía un espacio desangelado, ya no había plantas de brécol, apenas quedaban coles picudas, las espinacas y los puerros espigados, algunas acelgas también, el prao creció más que yo, las rúculas dieron paso a las plantitas de berenjenas, las espinacas a los tomates, los semilleros

desbordados… duendes que por allí habían estado aprovecharon la menguante para plantar todo lo posible de cebollas, patatas, pimientos, berenjenas, tomates, calabacines… por centenares!  A mi regreso esta semana me enrolé en ese ritmo primaveral sin tregua y seguí plantando tomates que increíblemente ya tienen sus primeras flores, y bajo la solana de ayer casi 40 furacos pa calabazón que cavé, me cansé pero bien, porque en esta primavera en la que todo crece, hasta mi vientre ya empieza a notarse en este tercer mes de embarazo* que llevo.  

*que como para mí no es nada embarazoso, prefiero decir gestación que estoy preñada no avergonzada jeje